En la era digital en la que vivimos, las reuniones virtuales se han convertido en una herramienta esencial para la comunicación y colaboración entre individuos y equipos. Sin embargo, una práctica común que se ha vuelto motivo de debate es si se debe o no encender la cámara durante estas reuniones. Hay quien argumenta que es una elección personal y que no tiene un impacto significativo en la interacción, mientras que otros, defienden la importancia de prender la cámara para fomentar una mejor conexión y comprensión entre los participantes. Entonces, ¿por qué encender la cámara en las reuniones virtuales?

La tecnología sigue avanzando rápidamente en los últimos años y, en especial las reuniones virtuales son ahora la nueva normalidad; en parte impulsado por la reciente situación global de aislamiento que vivimos. Estas tecnologías ahora nos brindan la posibilidad de mantenernos conectados a pesar de la distancia física, razón por la cual, las reuniones virtuales se han convertido en una alternativa efectiva a las reuniones presenciales, permitiendo la participación de personas de diferentes ubicaciones geográficas y eliminando las barreras de tiempo y espacio. Sin embargo, ¿la falta de conexión visual puede dificultar la comunicación y la comprensión mutua?

Al encender la cámara durante una reunión virtual, se establece una mayor conexión humana. Quienes participan pueden ver las expresiones faciales, los gestos y las señales no verbales, lo que en definitiva contribuye a una comunicación más clara y efectiva. Estaremos de acuerdo que, la comunicación no verbal juega un papel crucial en la transmisión de emociones y sentimientos y, al tener acceso a estas señales, los participantes pueden interpretar y responder de manera más adecuada.

Prender la cámara promueve un mayor compromiso y participación activa, porque cuando los participantes se saben vistos, tienden a estar más presentes y atentos durante la reunión (sería poco cortes ponerse a mirar las redes sociales con la cámara encendida, mientras alguien expone los resultados del trimestre). La posibilidad de ser observados también crea un sentido de responsabilidad, lo que puede motivar a las personas a expresar sus ideas y opiniones de manera más clara y constructiva. Una mayor participación, conduce a discusiones más enriquecedoras y colaborativas, lo que a su vez, potencialmente mejorará la calidad de las decisiones tomadas durante la reunión.

La conexión visual también ayuda a establecer un ambiente más inclusivo y empático, porque al observar a los demás participantes, se crea un sentido de comunidad y se fomenta la empatía. Las diferencias culturales y las barreras lingüísticas pueden ser superadas con mayor facilidad al tener una representación visual de los participantes; promoviendo la igualdad de oportunidades para todos los involucrados y facilitando una comunicación más equitativa y respetuosa.

Prender la cámara no es simplemente una elección personal.

Desde mi experiencia docente y como líder de equipos, el uso de la cámara maximiza el potencial de las reuniones virtuales, por lo que considero recomendable alentar a los participantes a encender sus cámaras y aprovechar los beneficios que esto conlleva.

Quiero compartir algunas recomendaciones para fomentar la práctica de prender la cámara en las reuniones virtuales:

  • Tener acuerdos claros con el equipo sobre el uso de la cámara: En todo ambiente colaborativo, académico, profesional o con nuestros equipos de trabajo, es útil establecer acuerdos que aliente a los participantes a encender sus cámaras durante las reuniones virtuales; esto crea expectativas claras y promueve la consistencia en las interacciones, fomentando la participación.
  • Sé un modelo a seguir como líder: Si ocupas eres docente, líder de equipo o facilitador de la reunión, es importante que te conviertas en un ejemplo en el uso de la cámara. De esta manera, inspirarás a los demás a imitar tu comportamiento y contribuirás a fomentar un entorno más inclusivo y participativo.
  • Mantén y promueve siempre una sensibilidad cultural y de respeto a la privacidad: Alentar a encender la cámara no debe ser una imposición dominante. Es fundamental respetar las diferencias culturales y las preferencias individuales con relación a la privacidad. Se deben ofrecer opciones para quienes que no se sientan cómodos mostrando su imagen; una fotografía personal o avatar es buena opción. También puedes considerar en este punto el uso de fondos virtuales para generar pertenencia.
  • Considera las limitaciones técnicas: Es común escuchar la disculpa “Apago mi cámara porque está fallando el internet”. Importante es reconocer que no todos los participantes pueden tener acceso a una cámara de alta calidad o una conexión a Internet estable. En estos casos, se puede alentar a los participantes a encender la cámara cuando sea posible y proporcionar alternativas para aquellos que enfrenten dificultades técnicas.

¿Y si no quiero encender la cámara?

Aunque las recomendaciones anteriores impulsan el uso de la cámara, es comprensible que haya momentos en los que prefieras no activarla durante una reunión de Zoom. Es innegable que existen ocasiones en las que simplemente no deseamos ser vistos. Dejo en este caso, algunas recomendaciones:

  • Con anticipación, comunica tus preferencias: Si de antemano sabes que no deseas encender la cámara, es útil comunicarlo con anticipación al host de la reunión y/o al grupo. De esta manera, lo tomarán en cuenta y comprenderán tus razones.
  • El chat también es un modo de participar: Participa activamente a través del audio, pero también del chat. Aunque no enciendas la cámara, aún puedes participar activamente en la reunión utilizando el chat para compartir tus dudas, comentarios o ideas.
  • Utiliza tu nombre y foto de perfil: Que mejor que puedan dirigirse a ti por tu nombre y no por el nombre del dispositivo móvil del que te conectas. Asegúrate de tener un nombre de usuario reconocible y una foto de perfil actualizada para que los demás participantes te identifiquen fácilmente; esto ayuda a mantener una mejor conexión y facilita la interacción con el grupo.

Podemos hablar también de las normas de netiqueta, aunque será tema de otra entrada. Sin embargo, específicamente para las reuniones virtuales, recomiendo cuides mantener tu micrófono en silencio cuando no estés hablando, con el fin de evitar distracciones y ruidos de fondo. Esto garantizará una mejor calidad de sonido para los demás participantes y demuestra el respeto que tienen durante la reunión (es lo equivalente a estar hablando mientras alguien expone en sesión presencial).

Por otro lado, si la reunión incluye actividades colaborativas, como compartir documentos o trabajar en grupo, asegúrate de participar de manera activa y contribuir a través de las herramientas disponibles. Esto igualmente suma a mostrar tu compromiso y participación, incluso sin tener la cámara encendida.

¡Prendamos la cámara!

En mi experiencia como docente, alumno y líder con mis equipos de trabajo, prender la cámara en las reuniones virtuales tiene un impacto significativo en la interacción y la comunicación entre los participantes. Al hacerlo se obtiene por beneficio un ambiente de empatía, de participación activa y una comunicación exitosa.

Tampoco olvides la importancia de respetar las preferencias de los participantes y de fomentar un ambiente cómodo durante las reuniones virtuales; valorando la importancia de la conexión visual y la interacción personal en ciertos contextos, con la intención de mejorar la comunicación y la comprensión entre los participantes.

Alentemos a encender las cámaras en nuestras reuniones virtuales y aprovechemos los beneficios que esto conlleva para una colaboración más efectiva y significativa. Y tú ¿prendes tu cámara?

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